jueves, 26 de junio de 2014

El arte según mi punto de vista

Para mi el arte es una forma de distracción, ocio o hobby que puede ser elevada a una forma de expresar lo que sientes, si tu mente es más libre que el promedio de la humanidad. 
Cuando digo que el arte sirve para expresarte no me refiero solo a los sentimientos, tal vez podría ser tu opinión respecto a una situación determinada, como al desempeño del actual gobierno o a la belleza de una mujer.
El arte puede servir como excusa para decir lo que no te atreves a decir, lo que te da miedo o vergüenza. Personalmente creo que no existe persona en el mundo que se atreva a decir y hacer todas las cosas que quiere, de la forma que quiere. Todos le tememos a algo y eso no debe causar extrañeza porque es algo natural. Asumir tus miedos te hace valiente, y el arte es una forma de asumirlos.
En mi caso, no estoy seguro si soy una persona de mente libre y abierta, mas bien soy bastante cerrado, eso es lo que pienso o lo que la gente quiere hacerme creer, ya que opina sin conocerme, solo ve desde lejos a una persona tranquila, de buenas notas y que no cae en excesos.
 La visión estereotipada de la sociedad hace ver al artista "ideal" como un hippie, un drogadicto, un despreocupado o un vago, sin embargo, a mi parecer esta visión es errónea. Para mi el artista es el que se esfuerza, el que respeta, el que crea belleza, el que reclama por la igualdad, el que esta comprometido con el cambio positivo del mundo, el que actúa sin esperar un premio o el aplauso.

viernes, 20 de junio de 2014

El arquero (por Eduardo Galeano)



También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es un solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores.
Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace.
Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.
Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición.